¿Cual es el propósito de mi vida?

Todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos preguntado: "¿Por qué estoy aquí?" inclusive la persona menos filosófica o religiosa en algún momento se pregunta de qué se trata todo esto.  ¿Cuál es mi propósito? ¿Qué significa todo esto? ¿Por qué estoy aquí? ¿A dónde voy? Estas son las "grandes preguntas" de la vida. Tus  respuestas a estas preguntas determinarán cómo ves el mundo y cómo trata al mundo. Tal vez la pregunta fundamental es: ¿Existe Dios? Es elemental porque nuestras respuestas a las otras "grandes preguntas" dependen realmente de cómo contestamos esta pregunta significativa.

La explicación atea o naturalista del mundo es que no hay mayor razón por la cual estamos aquí. El universo y todo lo que se encuentra en él—incluidos nosotros—ocurrió por puro accidente. Por consiguiente, deberíamos "comer, beber y ser felices, porque moriremos mañana. Eso significa que, en última instancia, somos tan sin propósito como el proceso que nos hizo existir. Los Nuevos Ateos argumentan que "no se debería tolerar simplemente la religión, sino que debería ser contrarrestada, criticada y expuesta por argumentos racionales dondequiera que surja su influencia. Para ellos la vida es sólo un accidente y tú también.

La visión del mundo teísta propone que algún Dios, dioses o un ser supremo es responsable por el mundo y nuestras vidas. En esta visión, la mayoría de los defensores dirían que nuestro propósito es agradar a nuestro creador o de alguna forma responder sus normas. Y si hay un creador entonces cada uno de nosotros tiene sentido y propósito sencillamente porque los creadores crean por alguna razón. Dios tiene un propósito para ti. Él fue que instituyó la moralidad, y al final hará que la justicia prevalezca. Este es un pensamiento reconfortante para algunos, pero aterrador para otros.

La creencia o la incredulidad en Dios es una cuestión de fe, de cualquier manera. Aunque, si las respuestas dependen de la existencia o no de Dios, quizás a todos nos queda una decisión: creer o no creer en Él. Los que creen en Dios no pierden nada, inclusive si él no existe; pero los que no creen en Dios corren el riesgo de perderlo todo.  Apuesta en contra de Dios, y si tienes razón, no ganas ni pierdes nada. Pero si pierdes, sería una pérdida demasiado grande. De otro modo, primero resuelve la pregunta sobre Dios, y entonces el "¿por qué estoy aquí?" se tornará en una pregunta mucho más fácil de tratar.

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