Engañador, engaño y engañado




Quien se conduce con integridad, anda seguro;
quien anda en malos pasos será descubierto.
Proverbios 10:9

Quizás fue un poco difícil leer el título y mi intención es entender que "si somos engañados también vamos a engañar." Un engaño es hacer creer algo que no es verdad. Y Dios aborrece el engaño. Ya que Él es la fuente de toda verdad. La Biblia es más que clara en este asunto, aquí hay una pequeña lista de las formas de engaño que desagradan a Dios:

Dios odia una lengua mentirosa (Proverbios 6:17)
Dios odia los labios mentirosos (Proverbios 12:22)
Dios odia los falsos juramentos (Zacarías 8:17)
Dios odia a un falso testigo que habla mentiras (Proverbios 6:19)
Dios nos dice que dejemos de mentir y pongamos la verdad (Efesios 4:22-25).

Dios valora la verdad porque refleja Su carácter Santo y perfección. En Juan 17:17 Jesús dice; “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” así como antes ya lo mencioné Él es la fuente de la verdad. El enemigo es quien tergiversa la verdad haciéndose padre de la mentira y por supuesto del engaño.

Para nuestro corazón inclinado al mal es tan fácil idear palabras mentirosas tal como lo dice Salmos 58:3 “Se apartaron los impíos desde la matriz; Se descarriaron hablando mentira desde que nacieron.” Claramente el engaño es parte de nuestra naturaleza pecaminosa por lo cual también somos propensos a ser continuamente engañados por las sutiles mentiras que percibimos en nuestro medio.

En la palabra de Dios hay un claro ejemplo de cuanto el Señor desaprueba toda forma de engaño. Lo podemos encontrar en Hechos 5:1-11 La trágica historia de Ananías y Safira nos enseña que Dios toma en cuenta este pecado y lo deja descubierto. Antes de continuar te sugiero que leas la historia aquí y luego continuemos.

Ananías y Safira tenían la libertad de vender o no su propiedad sin embargo ellos decidieron venderla. Cuando llevaron el dinero a los pies de los apóstoles dijeron que lo habían dado todo mientras que solo dieron una parte. De esta manera revelaron la hipocresía de sus corazones. El Señor examina lo más profundo de nuestro ser.

Pedro le dice: Ananías, ¿por qué has permitido que Satanás llenara tu corazón? En primera instancia él fue engañado y como nuestro perverso corazón acepta fácilmente el mal, inevitablemente este hombre era responsable de la manera engañosa en que actuó junto a su mujer. No engaño a los hombres sino al Señor puesto que mintieron para parecer espirituales. Aunque fue un acto de generosidad, tuvo una motivación equivocada, lo cual es un pecado.

Este pecado les costó la vida, cayeron muertos y toda la congregación temió. Esta pequeña parte de libro de Hechos nos muestra cuan en serio toma Dios el pecado en la vida de los creyentes. El sacrificio de Jesús ha perdonado nuestra maldad y se ha llevado nuestras iniquidades muy lejos. Pero cuando estamos en Cristo y pecamos conscientemente no quedaremos impunes. Tendrán consecuencias nuestras malas decisiones.


No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.
Gálatas 6:7-8 RVR 1960

La sangre de Jesús es suficiente para limpiar nuestros pecados. Él puede perdonar este pecado del engaño. El evangelio de Cristo indudablemente nos cambia todos los días es un recuerdo constante de lo que El en su perfecto amor ha hecho por los perdidos. Encontremos esperanza en Jesús y anhelemos hacer lo correcto para traer gloria a Su nombre en este mundo caído.

Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
1 Juan 1:7 RVR 1960

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