¿Puede la tristeza venir de Dios?
¡Tienes que cambiar tu
forma de vivir! Cuán difícil y pesadas son esas palabras al escucharlas porque
parece imposible cambiar. Siempre que hacemos algo mal nuestra conciencia nos
lleva a pensar que debemos modificar nuestra conducta pero, ¿sabes qué? Somos
tan orgullosos para aceptar esto. Sí, así es, somos orgullosos.
Hoy quiero que te
traslades conmigo en el tiempo. Vamos a conocer a una iglesia que cambio por
completo su mala manera de vivir. ¿Pero cómo lo hicieron? ¿Qué los llevo a
cambiar?
De un pueblo lleno de pecado a un pueblo sumiso ante
Dios
Corinto era la capital de
la provincia de Acaya, un centro de comercio influyente que hacía de esa ciudad
una de las más famosas de la antigüedad y sin dudarlo llena de riquezas y lujos. ¿Te lo
imaginas? Es como New York actualmente. Pero
así como la capital estaba llena de fama por sus riquezas también esta ciudad
estaba llena de pecado tanto así que para agradar a su diosa “Afrodita” tenían
que tener relaciones sexuales con las sacerdotisas del templo donde la adoraban. Este abominable acto
era un método de adoración.
Piénsalo las personas que
vivían en aquella ciudad influenciadas por ese medio corrupto ¿Pudieron
cambiar?
Aunque suene extraño Dios
le dijo a su fiel servidor Pablo "...yo
tengo mucho pueblo en esta ciudad" Hechos 18:10 Es conmovedor que en
medio de esas personas con el corazón desbordando en maldad, Dios diga que muchos
de ellos le pertenecen. Así es el Señor escoge lo más vil y menospreciado de
este mundo para mostrar la grandeza de su gloria.
Desde luego Pablo
continuo con la obra, fundó una iglesia en Corinto donde algunos de los
ciudadanos procedieron al arrepentimiento. Claro, ser un cristiano genuino en
medio de una generación perversa hizo que muchos se dieran por vencidos. Si
trasladamos esta situación a nuestros tiempos resulta muy común dado que muchos
se dan por vencidos en su caminar porque se dejan influenciar por el mundo
impío en el que vivimos.
Una serie de problemas acontecían en la iglesia por
ejemplo; no amaban genuinamente a los demás, eran orgullos, formaban
contiendas, habían problemas de inmoralidad como el caso del hombre – miembro de la comunidad
cristiana – que vivía con la esposa de su padre, un pecado que manchaba la
reputación de la iglesia entre la gente de la ciudad. Pablo no solo se
preocupaba por esta muestra pública de inmoralidad, sino también por la falta
de reacción de la iglesia, que ignoraba el problema. Sin embargo los miembros
de la Iglesia de Corinto tenían gran experiencia en los dones espirituales y
buena enseñanza.
Es bueno que nos ayuden a
reconocer nuestros errores, ya que
de esta manera Dios nos está corrigiendo “Porque el Señor disciplina a los que ama como corrige un padre a su
hijo querido.” Proverbios 3:12. El Apóstol Pablo al
enterarse sobre cómo vivían los cristianos de Corinto decide escribirles para
hacerles conocer en lo que estaban fallando.
Nos duele cuando nos
reprenden cada vez que nos equivocamos así sea que nos corrijan con sutileza,
nos duele. Y precisamente eso les paso a los miembros de la Iglesia. Lee
detenidamente los siguientes versos, lo que está escrito a continuación es la
actitud que tomaron los miembros de la comunidad cristina. ¿Quizás se enojaron
y no prestaron atención a la corrección? O, ¿Quizás se arrepintieron de sus
actos pecaminosos?
8 No lamento haberles enviado esa carta tan severa, aunque al
principio sí me lamenté porque sé que les causó dolor durante un tiempo.
9 Ahora me alegro de haberla enviado, no porque los haya
lastimado, sino porque el dolor hizo que se arrepintieran y cambiaran su
conducta. Fue la clase de tristeza que
Dios quiere que su pueblo tenga, de modo que no les hicimos daño de ninguna
manera.
10 Pues la clase de
tristeza que Dios desea que suframos nos aleja del pecado y trae como resultado
salvación. No hay que lamentarse por esa clase de tristeza; pero la
tristeza del mundo, a la cual le falta arrepentimiento, resulta en muerte
espiritual.
11 ¡Tan solo miren lo que produjo en ustedes esa tristeza que
proviene de Dios! Tal fervor, tal ansiedad por limpiar su nombre, tal
indignación, tal preocupación, tal deseo de verme, tal celo y tal disposición
para castigar lo malo. Ustedes
demostraron haber hecho todo lo necesario para corregir la situación.
¡Se arrepintieron! Era casi imposible que se dé ese
cambio en ellos pero ¿Acaso hay algo difícil para Dios? Seamos sinceros muchas
veces no creemos en que Dios pueda cambiar la vida de personas que se
encuentran perdidas en delitos y pecados. Pero El Señor ha derramado Su gracia
en nosotros. ¡Alégrate! Tu Dios es misericordioso. Las maravillosas obras del
Señor no caben en nuestras mentes. Él hace cosas grandes e inescrutables. No
hay nada difícil para nuestro Dios ni mucho menos imposible.
Pablo lamentó haberles escrito fuerte pero luego vio
como realmente sirvió. Por lo tanto se encontraba feliz de ver como cambiaron
sus malos actos. Esa tristeza que sintieron cuando esa carta llegó a ellos vino
de parte de Dios porque se arrepintieron. Tal tristeza quiere Dios para
nosotros, que produzca aquel arrepentimiento y que nos aleje del pecado. Solo Jesús puede cambiar nuestras vidas
y darnos salvación. Dice Pablo, “no solo hubo solo en ustedes un
evidente dolor por su pecado y un deseo por hacer lo correcto, sino que
pusieron manos a la obra”. Un arrepentimiento que no trae un cambio de conducta,
no es arrepentimiento.
El Señor al que ama corrige, así mismo Él pone esa
tristeza en nosotros para poder arrepentirnos y cambiar nuestra conducta. Hay
mucho en lo que Dios desea trabajar en tu vida para que dejes de vivir como te
gusta, en otras palabras Él Señor quiere que vivamos a su manera no a la
nuestra. Empecemos a pedirle
dirección a Dios. Le podemos decir; “Señor
revela que hay en mi corazón para que tú puedas extraer eso y que mi interior
sea una buena tierra donde yo pueda aceptar tu corrección, tu palabra y
sobretodo obedecerte”.
Compartamos el amor de
Dios con otros. ¡Dios los bendiga!